Mindfulness no solo implica prestar atención a lo que está sucediendo en el momento presente. También implica una cierta calidad de atención: aceptar lo que está sucediendo, sin perdernos en juicios de bueno o malo. Esta actitud a menudo se describe como Aceptación. La resistencia se refiere a la lucha que ocurre cuando creemos que nuestra experiencia momento a momento debería ser diferente de lo que es.
Por ejemplo, la resistencia al tráfico en hora pico podría manifestarse así: ¡Maldita sea! La autopista está completamente colapsada. ¡Voy a llegar tarde a la cena otra vez! Y no puedo creer que ese idiota intentó colarse delante mío desde la rampa de acceso. ¡Estoy tan harto de esto que quiero gritar!
La aceptación significa que, aunque no nos guste lo que está sucediendo, reconocemos que está ocurriendo y podemos soltar el hecho de que las cosas no son exactamente como queremos que sean.
La aceptación podría verse más así: Atascado en el tráfico otra vez. Mi cuerpo se tensa, mis manos aprietan el volante, siento Ira. Bueno, dado que es casi hora pico, supongo que es esperado que suceda. No voy a llegar a casa más rápido por estar molesto. Podría enviar un mensaje.
¿Cómo sabemos cuándo estamos resistiendo? Algunas señales son estar distraídos, físicamente tensos, perdernos en la preocupación o la rumiación, trabajar en exceso o comer en exceso, sentir enojo o irritación, o anestesiarnos emocionalmente. Estas son formas en que intentamos resistir experiencias no deseadas. La resistencia no es del todo mala. Sin resistencia, estaríamos abrumados por la intensidad de nuestras vidas. La resistencia puede ayudarnos a funcionar a corto plazo, pero también puede tener consecuencias negativas a largo plazo.
Lo que resistimos persiste
Desafortunadamente, cuando resistimos experiencias desagradables, no suelen desaparecer; en cambio, solo empeoran. ¿Alguna vez tuviste problemas para conciliar el sueño por la noche cuando sabías que necesitabas estar bien descansado para una reunión importante al día siguiente? ¿Qué sucede? ¿El luchar contra el insomnio te lleva inmediatamente a un sueño tranquilo? Probablemente no. Cuando luchamos contra nuestros sentimientos difíciles, solo alimentamos su fuego.
El maestro de meditación Shinzen Young tiene una fórmula para este fenómeno:
Sufrimiento = Dolor × Resistencia
En otras palabras, el dolor en la vida—pérdida, preocupación, desamor, dificultades—es inevitable, pero cuando resistimos el dolor, generalmente solo intensificamos su impacto. Es este dolor añadido el que puede equipararse con el sufrimiento. Sufrimos no solo porque es doloroso en el momento, sino porque nos frustramos al chocar contra la realidad, al pensar que las cosas deberían ser diferentes de lo que son.
Otra forma común de resistencia es la negación. Esperamos que si no pensamos en un problema, desaparecerá. Sin embargo, la investigación muestra que cuando intentamos suprimir nuestros pensamientos o sentimientos no deseados, solo se fortalecen. Además, cuando evitamos o suprimimos pensamientos y emociones dolorosas, no podemos verlos con claridad ni responder con compasión.
Lo que podemos sentir, podemos sanar.
Mindfulness y la autocompasión son recursos que nos brindan la seguridad necesaria para enfrentar experiencias difíciles con menos resistencia. Imaginá cómo te sentirías si estuvieras abrumado y un amigo entrara en la habitación, te diera un abrazo, se sentara a tu lado, escuchara tu angustia y luego te ayudara a elaborar un plan de acción. Ese amigo atento y compasivo podés ser vos. Todo comienza con abrirse a lo que es, sin resistencia
La paradoja central del entrenamiento en la autocompasión consciente puede resumirse así:
Cuando estamos luchando, nos damos compasión no para sentirnos mejor, sino porque nos sentimos mal.
En otras palabras, no podemos simplemente lanzarnos autocompasión como una forma de hacer desaparecer el dolor. Si lo hacemos, estamos participando en una forma oculta de resistencia que, en última instancia, solo empeorará las cosas. Sin embargo, si podemos aceptar plenamente que las cosas son dolorosas y ser amables con nosotros mismos porque son dolorosas, podemos estar con el dolor con mayor facilidad. Necesitamos mindfulness para asegurarnos de que la autocompasión no se utilice al servicio de la resistencia, y necesitamos la autocompasión para sentirnos lo suficientemente seguros como para abrirnos conscientemente a experiencias difíciles. Juntas, forman una hermosa danza.