Podemos definir la Compasión como la conciencia de la angustia y el deseo de aliviarla.
Esta definición de dos partes (conciencia de la angustia y el deseo de aliviarla) ayuda a aclarar también la diferencia entre empatía y compasión, que es otra pregunta que las personas suelen tener. Es un temblor del corazón ante el dolor, nuestro y de los demás, y un deseo de aliviar ese sufrimiento.
Esto la diferencia de la empatía, que es una comprensión y una capacidad de sentir lo que otros están sintiendo. Y la diferencia del altruismo, que es un acto desinteresado por el beneficio de otros, con o sin compasión. La empatía es la capacidad humana de relacionarse y sentir el dolor de otra persona. Podríamos decir que “la empatía es una calle de un solo sentido” en este sentido, y carece del componente de acción de la compasión. Uno puede sentir empatía por la lucha de otra persona sin tener compasión.

Mindfulness y compasión son como dos alas de un pájaro necesarias para volar. Con mindfulness nos ayuda a desarrollar una cierta sensibilidad o conciencia de lo que está sucediendo en nuestras vidas. La compasión es esta cualidad del ser que surge cuando el amor entra en contacto con el dolor y se motiva para aliviarlo. Esta capacidad de cuidar es quien somos. Está arraigada en nuestra evolución.
Ahora la ciencia moderna está respaldando esto, mostrando que cuando sentimos compasión, la hormona del bienestar, la oxitocina, fluye a través de nuestros cuerpos, y ciertas partes de nuestro cerebro se activan, lo que significa que estamos evolutivamente inclinados e incentivados a cuidar unos de otros. Así que podemos confiar en que esta capacidad existe en cada uno de nosotros.
En sánscrito, este camino del corazón despierto se llama “Bodhichitta” y existe dentro de nosotros. Pero solo porque nacemos para cuidar, no significa que siempre podamos acceder a ello y que no haya otras cosas actuando sobre nosotros al mismo tiempo.
Lo que realmente dificulta la compasión podría ser el sentimiento de estar separados de los demás o desconectados de nosotros mismos. Cuando entramos en un sentido de separatividad, es un sentimiento de estar desconectados, inseguros o no deseados de alguna manera. Nuestras defensas se levantan, nuestro sistema límbico, nuestro modo de supervivencia, se activa y, de repente, estamos en guerra.
Otro de los bloqueos que la gente menciona a menudo es creer que no podemos estar con el sufrimiento, que de alguna manera nos abrumará.
Una forma de imaginar esto es la metáfora de la respiración. El acto de respirar tiene dos partes. La primera es un proceso de inhalar, tocar y conectar con el aire que ha entrado en nuestro cuerpo. La segunda parte es una liberación, un dejar ir, un exhalar.
Podemos practicar respirar a través de nuestro dolor, tocando lo que duele y luego dejándolo ir. Con un nivel de cuidado que nos permite no solo no quedarnos atrapados en el dolor y la pena, sino sostenerlo con un sentido de cuidado, para luego dejarlo ir.
Parte de este sentimiento de que podríamos estar realmente sosteniendo todo el sufrimiento es una falsa idea de que lo sostenemos solos. Se sostiene en comunidad. Se sostiene en todo el mundo. Se sostiene más allá de nosotros.
Podrías imaginar que eres el cielo que tiene espacio para todos los diferentes patrones climáticos y tormentas, o el océano que tiene espacio para todas las olas felices, las olas tristes, todas las olas. O podrías imaginar que un ser superior sostiene este dolor junto a ti, ya sea un ancestro, una figura espiritual o simplemente un amor presente en el universo. No podemos sostener esto solos.
El proceso de cultivar la compasión por nosotros mismos y por los demás tiene dos partes. La primera es la disposición a volverse hacia el sufrimiento, a ser curiosos sobre él, preguntándonos: ¿Cómo es esto realmente para ti? ¿Qué está pasando? ¿Cómo se siente?
Una cierta cualidad de apertura. La segunda parte es responder con cuidado. Y esa respuesta puede ser acción, de cuidado o simplemente puede ser oraciones o deseos para el alivio del sufrimiento nuestro o de otros. Podemos cultivar cierta bondad amorosa hacia nosotros mismo y los demás.